No por ser un tópico, deja de ser cierto que tras cada crisis se esconde una oportunidad. Y en esta crisis económica algunos quisimos ver la oportunidad de repensar nuestro patrón de consumo desmedido, de preguntarnos si realmente necesitamos todo aquello de lo que nos hemos rodeado, de buscar un rumbo algo más racional que no siga poniendo en riesgo nuestro planeta y arrastrándonos hacia un mundo cada día más desigual.
Pero con propuestas como las que nos hacen desde el artículo "Low cost: la revolución que vino del cielo” del suplemento de El País del pasado domingo, se nos induce a todo lo contrario. Señoras y señores, ustedes sigan consumiendo, pero busquen lo más barato: el milagro "low cost" ha llegado para ayudarles. Incluso llega a decirnos que estamos ante una “revolución muy democrática, pues se puede comprar más que nunca".
Y para ser de más ayuda nos dan unos cuantos ejemplos. Por qué no, podemos tomar un vuelo barato, comer en Roma el día de Nochevieja y estar a tiempo de vuelta en casa para tomar las uvas. O comprar una camiseta por menos de un euro (confeccionada en Bangladesh). O conseguir un vuelo por sólo ocho euros. ¿Tiene esto algún sentido? ¿Qué costes ambientales y sociales se ocultan detrás de estos precios?
Cada día, los derechos humanos y laborales se pisotean en muchos lugares para producir lo que compramos a precios de risa. La lucha contra el calentamiento global es más urgente que nunca, y en el sector de la aviación las emisiones de gases de efecto invernadero crecen más rápido que en cualquier otro.
Como consumidores privilegiados con oportunidad de escoger tenemos un gran poder, y también una gran parte de responsabilidad. Tratar de racionalizar nuestro consumo será bueno para nuestro bolsillo y también para el equilibrio del planeta. El objetivo no debería ser, en ningún caso, "comprar más que nunca".
Pues de poco servirá salir de esta crisis económica si nos olvidamos de otras crisis humanas y ambientales de consecuencias probablemente mucho más graves.
Arantxa Guereña
La pobreza y la desigualdad son problemas complejos, pero no inevitables. Una sociedad bien informada puede provocar la transformación económica y política que pondrá fin a la pobreza. Este blog, elaborado por el área de investigaciones de Intermón Oxfam, quiere contribuir a ese debate: proponer reflexiones e ideas sobre la globalización y el desarrollo, y escuchar lo que otros tienen que decir.
viernes, 21 de noviembre de 2008
El milagro “low cost”, o como consumir más en tiempos de crisis
Etiquetas:
Crisis financiera
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4 comentarios:
Muy interesante.
El otro día estuvo por Boston Duncan Green, director de investigaciones de Oxfam GB, para presentar su libro ´De la pobreza al poder´. El caso es que él hizo argumentos muy similares a los tuyos acerca de los ´límites del crecimiento´: por importante que sea, ¿cuánto crecimiento aguanta el planeta? (creo que ha escrito algo sobre esto en su blog).
Pues bien, la respuesta de Lan Pritchett, que hacía de comentarista al libro, fue tajante: "me importa un bledo" (sic). Básicamente, su argumento es que mueren miles de niños cada día como consecuencia de la falta de ingreso en los países pobres, y el cambio climático es la penúltima excusa de los ricos para no concentrarse en las cosas relevantes.
Algo radical, pero no deja de tener cierto sentido. ¿O no?
Bueno, yo díría que este "me importa un bledo" podría tener cierto sentido si el cambio climático no amenazase en primer lugar la vida de las personas más pobres. Pero sucede que el calentamiento global ya está provocando escasez de agua, pérdida de productividad, mayor intensidad en los desastres naturales y aumento de las enfermedades, sobre todo en los países más empobrecidos.
Así que probablemente éste sea uno de los asuntos más relevantes de los que especialmente deben ocuparse los países ricos, pues son los principales causantes del problema.
Arantxa Guereña
Eso mismo le dije yo. Pero todo depende de qué problemas se resuelvan primero en la lucha contra el cambio climático.
No me cabe duda de que se tomarán medidas para reducir las emisiones; de lo que no estoy tan seguro es de que se vaya a financiar el coste de la adaptación de los países pobres.
Si esto as así, ¿no hay un riesgo grave de que los programas actuales de desarrollo sufran a costa de un gasto que no va a ir dirigido a los intereses de las comunidades pobres?
La adaptación al cambio climático en los países más pobres debe ser una prioridad también, pues está en riesgo su productividad agrícola, su salud y su capacidad de resistir los embates de los cada vez más frecuentes desastres "naturales". Pero, ¿cómo financiar esto sin detraer fondos de la ayuda al desarrollo? Buena pregunta. No tenéis más que esperar a mañana para ver algunas propuestas que lanzará Oxfam en la conferencia de Poznan en Polonia, con el lanzamiento del informe "Convertir el carbono en oro: cómo la comunidad internacional puede financiar la adaptación al cambio climático sin quebrar la banca".
Este informe estará pronto colgado en nuestra web (http://www.intermonoxfam.org/es)
Arantxa
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