La pobreza y la desigualdad son problemas complejos, pero no inevitables. Una sociedad bien informada puede provocar la transformación económica y política que pondrá fin a la pobreza. Este blog, elaborado por el área de investigaciones de Intermón Oxfam, quiere contribuir a ese debate: proponer reflexiones e ideas sobre la globalización y el desarrollo, y escuchar lo que otros tienen que decir.

martes, 9 de diciembre de 2008

Que gran oportunidad para rendir cuentas

El Banco Mundial acaba de publicar una nueva edición del Global Economic Prospects. Como era de esperar, el informe ofrece perspectivas fúnebres acerca de la economía mundial, y eso incluye a las economías en desarrollo (crecerán en 2009, pero casi tres puntos y medio por debajo del crecimiento de 2007).

Según el Banco, la desaceleración llega precisamente cuando la subida del precio de las materias primas ha hecho a las economías de estos países mucho más vulnerables. No sólo se han hecho más dependientes de un crédito internacional que, simplemente, ha dejado de estar disponible, sino que el encarecimiento de los precios del combustible y de los alimentos ha disparado la inflación.

Hay otras piezas interesantes (y no menos funestas), la mayor parte de ellas relacionadas con la evolución del precio de las materias primas, que es el tema central del informe.

Pero a mí me ha llamado la atención un dato que aparece casi escondido entre los demás: el comercio internacional dejará de crecer por primera vez desde 1982. Las consecuencias que este frenazo puede tener en el mundo en desarrollo son extraordinarias. El comercio ha sido el principal motor de crecimiento económico a lo largo de las últimas décadas.

La pregunta es: ¿cuánto de todo esto hubiese cambiado con una Ronda del Desarrollo firmada y sellada en 2003, tal como estaba previsto? El comentario que mi colega Javier Pérez hacía en este blog hace unos días no puede ser más pertinente, y la responsabilidad de quienes impidieron el buen desarrollo de la Ronda (lobbies agrarios europeos y estadounidenses, fundamentalmente) no puede ser más grave.

La política de intereses miopes evita alguna que otra manifestación desagradable frente al ministerio, pero a la larga se vuelve contra nosotros como un bumerán. ¿Quién va a rendir cuentas por las decisiones que se han tomado?
Gonzalo Fanjul, desde Boston.

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