La pobreza y la desigualdad son problemas complejos, pero no inevitables. Una sociedad bien informada puede provocar la transformación económica y política que pondrá fin a la pobreza. Este blog, elaborado por el área de investigaciones de Intermón Oxfam, quiere contribuir a ese debate: proponer reflexiones e ideas sobre la globalización y el desarrollo, y escuchar lo que otros tienen que decir.

martes, 2 de diciembre de 2008

El descentralizador que descentralice... se lo tendrá que pensar mejor

Mozambique tiene un Gobierno. Un Gobierno estable, que se hace presente a lo largo y ancho de la geografía del país, un Gobierno que sabe planificar a largo plazo. Esta excepción en África, le pese a quien le pese (y a algunas Embajadas y Agencias de cooperación aún les pesa demasiado) es una herencia positiva de la época socialista. Sin embargo algunos se empeñan en quitar poder a ese Gobierno a beneficio de las entidades provinciales y municipales porque, como todo el mundo sabe, la descentralización es buena.

La descentralización es buena porque democratiza al acercar al ciudadano a los centros de poder y decisión. Sin embargo, en las últimas elecciones municipales en Mozambique hace apenas una semana, mientras la comunidad internacional bendecía los resultados, el Centro de Integridade Publica (http://www.integridadepublica.org.mz) denunciaba serias irregularidades en al menos tres ciudades: Beira (la segunda ciudad más importante del país), Ilha de Moçambique y Nacala. Cuando en un país existe tradición de pucherazo y los ciudadanos son impotentes ante los abusos de poder, los riesgos de fraude electoral y la falta de representatividad del poder político se sufre a todos los niveles. Y si no, que se lo pregunten a los votantes de Florida.

La descentralización es buena porque permite ofrecer al ciudadano unos servicios más adecuados a sus necesidades. Por eso, bajo el mantra descentralizador se descentralizan los sistemas de salud, de educación o la provisión de agua. Resultados contrastados que demuestren los beneficios sobre el acceso de la población a estos servicios escasean. Mejor dicho, en Mozambique, no existen. Lo que ha funcionado en algunos estados de la India no tiene por qué funcionar en otros contextos. Sin embargo, la marabunta descentralizadora avanza ciegamente, aún a riesgo de poner cuestiones tan críticas como la sanidad y la educación en manos de indocumentados. Poner al zorro a vigilar el gallinero, que dicen los ingleses. Y si no, que se lo pregunten a los ciudadanos de la Comunidad de Madrid.

La descentralización es buena porque permite una gestión más eficiente de los recursos. ¿En qué momento y bajo la inspiración de quién, nos olvidamos del concepto de las economías de escala? A los precursores de la descentralización en Mozambique les infunde seguridad en su credo un dato: casi cada distrito del país cuenta con un técnico superior. UN técnico superior. El resto de los gestores o funcionarios públicos, con suerte, han terminado la escuela secundaria. Un licenciado universitario (no se especifica especialidad) que deberá gestionar los fondos públicos, los procesos electorales, garantizar la provisión de salud, educación y agua, extender la red de infraestructuras locales, etc. UN solo técnico superior. Eso es eficacia y lo demás son tonterías.

Descentralizar no es ni la solución ni el problema. Es una posibilidad de Gobierno, una alternativa de gestión que tiene sentido en algunos contextos y en algunos ámbitos de actividad, y en otros no. Parece mentira que sigamos buscando una receta para todo, una llave que abra todas las puertas, una aguja en un pajar.

En realidad, el Gobierno de Mozambique no quiere descentralizar. No es que citen la Utopía de Tomás Moro ni a Rousseau, es que, evidentemente, la descentralización es una cuestión de reequilibrio de poder. Y ¿quién quiere reequilibrar poderes cuando ostenta el poder absoluto? Así que, forzado por sus "socios en el desarrollo del país" (agencias internacionales y Banco Mundial), el Gobierno emprende a regañadientes un proceso descentralizador. Es poco probable que el resultado sea un país más democrático, o una prestación de servicios para el ciudadano más igualitaria o eficaz. Pero, afortunadamente, no hay que preocuparse mucho, el Gobierno mozambiqueño y la comunidad de donantes son como un matrimonio añoso. "Sí cariño, vamos a descentralizar... el año que viene".

Equipo de investigaciones

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