La pobreza y la desigualdad son problemas complejos, pero no inevitables. Una sociedad bien informada puede provocar la transformación económica y política que pondrá fin a la pobreza. Este blog, elaborado por el área de investigaciones de Intermón Oxfam, quiere contribuir a ese debate: proponer reflexiones e ideas sobre la globalización y el desarrollo, y escuchar lo que otros tienen que decir.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Después de Washington, Doha

En su número de este mes de noviembre, el Migration and Development Brief del Banco Mundial incluye algunas previsiones inquietantes acerca del comportamiento de los flujos de remesas hacia los países en desarrollo. El gráfico que muestro a continuación es un buen resumen de la idea principal de este informe:



Para el Banco Mundial, el hecho de que estas previsiones se cumplan -o incluso empeoren notablemente- depende de una serie de factores difíciles de predecir: (1) la envergadura del frenazo económico en los países de la OCDE (muy particularmente en la UE y en los EEUU, que constituyen el origen de dos terceras partes del total de las remesas); (2) la envergadura del frenazo económico en el propio mundo en desarrollo (donde residen cerca de la mitad de todos los emigrantes); (3) el impacto de la caída de los precios del petróleo en los países del Golfo Pérsico (uno de los destinos principales para los emigrantes del sur y este de Asia, así como del Magreb y de Oriente Próximo); y (4) la incertidumbre acerca de la evolución de los tipos de cambio (al fin y al cabo, EEUU es el único país del mundo cuya moneda se fortalece cuando la economía nacional se derrumba).

Para algunos países estas previsiones se están convirtiendo en una peligrosa realidad. Según el Banco de México, sólo entre julio y septiembre las remesas recibidas cayeron un 6,5% con respecto al año anterior. En el caso de España, la caída fue de un 7% en el segundo trimestre de 2008. Esta caída tendrá efectos tangibles para economías tan vulnerables como la de Bolivia, donde 1 de cada 10 dólares de la riqueza nacional depende de las remesas que se envían desde nuestro país.

Pero la nota más inquietante del informe del Banco Mundial aparece casi escondida al final del documento: a pesar de la caída que acabamos de describir, las remesas reforzarán su posición relativa en las economías nacionales del mundo en desarrollo, porque otras fuentes de financiación externa, como la AOD o la inversión extranjera, podrían caer bastante más.

Oxfam Internacional advirtió recientemente de este riesgo, en el informe que hizo público (If not Now, then When) con motivo de la Cumbre del G20 en Washington:

Even before this crisis broke, the majority of rich countries were reneging on their previous commitments to increase aid, which has fallen for the second year in a row. Shamefully, Italy and France were leading the pack, agreeing tiny budget increases (France) or significant decreases (Italy), despite reiterating their promise to radically increase aid just two months before, in July at the Japanese G8 meeting. Italy has the chair of the G8 in 2009, yet Prime Minister Berlusconi is intent on slashing aid in the face of widespread criticism.

There is a risk with recession at home in rich countries, that cutting aid budgets becomes a politically totemic issue, where politicians cut aid to show their commitment to domestic woes.
Mensaje de todo esto: la Cumbre sobre Financiación del Desarrollo que tendrá lugar en Doha a partir de mañana es mucho más relevante que la columna de página par en la que parece haber quedado relegada.


Gonzalo Fanjul, desde Boston

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miércoles, 26 de noviembre de 2008

Nuevas ideas para nuevos tiempos

John Thornhill, editor para Europa del Financial Times, dice en su columna de ayer (Europe’s socialists should look to Obama):

In the 85 legislative elections in Europe over the past decade the political right has won 52.4 per cent of the vote, with the left accounting for 44.5 per cent. In 2007 the right was in power in 16 of the European Union’s 27 member states. While many socialist leaders floundered to rethink their economic strategy, they channelled their radicalism into socio-cultural reforms. Student leaders of the 1968 generation who often emerged to run these parties championed issues such as gender equality, gay marriage and environmentalism.


Valid though these campaigns may have been, they were not the main focus of most working-class male voters who provided the bedrock of socialist parties during the 20th century. But these voters’ core concern – preserving their jobs and income – presented socialist parties with a big strategic conundrum. Should socialist parties be about defending the jobs and privileges of “insiders” in the workplace, particularly in the public sector? Or should they be about opening up opportunities for the “outsiders”, very often immigrants, part-time workers and women?

La pregunta no puede ser más relevante. De hecho, creo que su importancia va mucho más allá de los partidos políticos: ¿existe un modelo sindical que proteja, por ejemplo, los derechos de las empleadas del hogar inmigrantes? ¿podemos las ONG sostener una distinción cada vez más artificial entre la pobreza de 'dentro' y la pobreza de 'fuera'?

Los ámbitos de interés público en los que estas fronteras se han difuminado son cada vez más numerosos: inmigración, cambio climático o seguridad son sólo tres ejemplos. Cada uno de ellos exige medidas que contemplen los intereses ajenos, porque sólo de este modo se podrán atender adecuadamente los propios.

Y eso nos devuelve a la pregunta original: ¿tenemos los líderes que necesitamos?

Gonzalo Fanjul, desde Boston

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martes, 25 de noviembre de 2008

¿Gana el desarrollo con el nuevo equipo económico de Obama?

Nancy Birsdall, directora del Center for Global Development, piensa que sí. Esto es parte de una entrada en su blog de ayer:

We at CGD warmly welcome president-elect Barack Obama's appointments of Timothy Geithner as Secretary of Treasury and Lawrence Summers to head the National Economic Council. Both are members of the CGD Board of Directors. It reflects the fact that both are tremendously knowledgeable about the problems and challenges faced by the world's poor and are committed to policies to help address those problems -- both in the interests of the poor in the developing world and of the United States itself. That can only be a good thing at a time when the U.S. economy hangs by a thread -- and the thread is sustained and inclusive of growth in developing and emerging market economies such as China, India, and Brazil.


Veremos. Lo primero que habrá que preguntarse es cuánta atención pueden prestar a cualquier asunto que no sea la calamitosa economía americana. Geithner y Summers serán los primeros en poner dificultades al compromiso electoral de doblar la ayuda estadounidense al desarrollo, por ejemplo.

Pero no todo depende del presupuesto. Otros asuntos fundamentales, como la reforma de la arquitectura financiera internacional, necesitarán de la independencia de criterio que ofrece alguien como Larry Summers, y eso es algo que importa mucho al mundo en desarrollo. Y, según Birsdall, también podríamos esperar sorpresas en materia de política migratoria.

Demasiado bueno para creerlo.

Gonzalo Fanjul, desde Boston

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Más sobre la reforma de la PAC

Nota de Europa Press acerca del Consejo de Ministros de Agricultura de la UE:

El secretario de Estado de Medio Rural y Agua, Josep Puxeu, destacó hoy que la revisión de la Política Agrícola Común (PAC) aprobada el pasado jueves en el Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea se ha acometido desde una "extrema prudencia", con el objetivo de "legitimar más y consolidar" esta política, sin entrar en un proceso de "incertidumbre o desmantelamiento".

En otras palabras, vuelta a la casilla cero. El enésimo Día de la Marmota en el que los gobiernos europeos convierten la fanfarria de la reforma de la PAC en más de lo mismo.


Con las medidas aprobadas en el llamado Health Check Europa insiste en unas políticas injustas e ineficaces, que no resuelven el gran dilema de la PAC: Ni mercado (porque sólo la Comisión Europea es capaz de tragarse que un sector protegido con cerca de 50.000 millones de euros anuales es un sector 'atento a las señales del mercado'), ni medio rural (porque se perpetúa un modelo que castiga a las explotaciones familiares y a quienes sostienen la economía rural).

Lo verdaderamente extraordinario es que esto esté durando tanto tiempo. La única explicación es la falta de transparencia que ha rodeado a la PAC durante décadas. Los Gobiernos europeos (España entre ellos) se han negado a publicar información que era de estricto interés público, secuestrando un debate que necesitamos desde hace años.

Afortunadamente, esto está cambiando gracias al liderazgo de algunos países (como Dinamarca, Holanda o Austria) y al empeño de la sociedad civil. La iniciativa Farmsubsidy.org cuelga en su página regularmente toda la información disponible acerca de las ayudas agrarias, y permite acceder a ella de forma rápida y eficaz (prueba a buscar el nombre de un individuo o una compañía en su base de datos). Si todo va bien, lograrán la misma transparencia que ya se ha logrado en los EEUU, donde el Environmental Working Group (financiado, entre otros, por Oxfam) informa el debate público con su espléndida base de datos.

Gonzalo Fanjul, desde Boston

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domingo, 23 de noviembre de 2008

Europa afronta con coraje la reforma de su política agraria

Los ministros de agricultura de la UE han decidido poner coto al injusto reparto de los subsidios agrarios: a partir de 2012 los grandes terratenientes verán reducidas sus ayudas... un 5%.

Ahí queda eso.

Quedamos a la espera de que se ocupen del 95% restante. Mientras tanto, nos reconforta saber que las nuevas ayudas están amparadas por las mismas reglas de la OMC que la UE se encargó de redactar. No es difícil imaginar el alivio que estas declaraciones habrán provocado en el mundo en desarrollo.

(Va a hacer falta algo más que Obama para reencarrilar las desgraciadas negociaciones de la Ronda de Doha).

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viernes, 21 de noviembre de 2008

150 años después, la revancha

Me he topado hace poco con estos tres mapas que cuentan una interesante historia. El primero de ellos refleja, por condados y sobre un mapa parcial de EEUU, el voto demócrata (azul) y el republicano (rojo) en las elecciones de este pasado noviembre. El segundo es una distribución de las zonas de producción de algodón en los EEUU a mediados del siglo XIX.



Lo curioso de este asunto es que, como muestra este tercer mapa superpuesto, existe una correlación notable entre ambas imágenes. De hecho, sus autores explican porqué: las zonas de producción de algodón fueron pobladas en su momento por numerosos grupos de esclavos negros, muchos de los cuáles permanecieron en esas regiones. Los descendientes de esos esclavos son los que han contribuido ahora a la elección del primer presidente negro de los EEUU: From pickin´cotton to pickin´votes, reza el ilustrativo título de esta página.


Al ver estos mapas recordaba el espléndido libro de Adam Hochschild, Enterrad las cadenas, en el que relata el movimiento internacional que provocó la abolición de la esclavitud hace casi dos siglos. Escrito casi como una novela, este libro describe lo que en la práctica constituye la primera gran campaña internacional de la sociedad civil. No deja de ser irónico que la elección de Obama nos devuelva ahora a este viejo asunto.

(Hochschild ha escrito otras cosas interesantes, alguna sobre África. Pero ninguna como El fantasma del Rey Leopoldo, que cuenta la fascinante historia de la primera y única colonia que ha sido propiedad privada de un individuo. No dejes de leerlo).

Gonzalo Fanjul, desde Boston.

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El milagro “low cost”, o como consumir más en tiempos de crisis

No por ser un tópico, deja de ser cierto que tras cada crisis se esconde una oportunidad. Y en esta crisis económica algunos quisimos ver la oportunidad de repensar nuestro patrón de consumo desmedido, de preguntarnos si realmente necesitamos todo aquello de lo que nos hemos rodeado, de buscar un rumbo algo más racional que no siga poniendo en riesgo nuestro planeta y arrastrándonos hacia un mundo cada día más desigual.

Pero con propuestas como las que nos hacen desde el artículo "Low cost: la revolución que vino del cielo” del suplemento de El País del pasado domingo, se nos induce a todo lo contrario. Señoras y señores, ustedes sigan consumiendo, pero busquen lo más barato: el milagro "low cost" ha llegado para ayudarles. Incluso llega a decirnos que estamos ante una “revolución muy democrática, pues se puede comprar más que nunca".


Y para ser de más ayuda nos dan unos cuantos ejemplos. Por qué no, podemos tomar un vuelo barato, comer en Roma el día de Nochevieja y estar a tiempo de vuelta en casa para tomar las uvas. O comprar una camiseta por menos de un euro (confeccionada en Bangladesh). O conseguir un vuelo por sólo ocho euros. ¿Tiene esto algún sentido? ¿Qué costes ambientales y sociales se ocultan detrás de estos precios?

Cada día, los derechos humanos y laborales se pisotean en muchos lugares para producir lo que compramos a precios de risa. La lucha contra el calentamiento global es más urgente que nunca, y en el sector de la aviación las emisiones de gases de efecto invernadero crecen más rápido que en cualquier otro.

Como consumidores privilegiados con oportunidad de escoger tenemos un gran poder, y también una gran parte de responsabilidad. Tratar de racionalizar nuestro consumo será bueno para nuestro bolsillo y también para el equilibrio del planeta. El objetivo no debería ser, en ningún caso, "comprar más que nunca".

Pues de poco servirá salir de esta crisis económica si nos olvidamos de otras crisis humanas y ambientales de consecuencias probablemente mucho más graves.

Arantxa Guereña

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jueves, 20 de noviembre de 2008

Monos, bosques y crecimiento económico

Varios investigadores del Center for International Development (CID) de la Universidad de Harvard -liderados por Ricardo Hausmann- están desarrollando una fascinante derivación de las teorías que vinculan el comercio con el crecimiento económico.

Su punto de partida parece casi una obviedad: lo que exportas, cuenta. Dicho de otro modo, los países de riqueza menor se irán acercando a los países más desarrollados si producen y exportan lo mismo que éstos. La sofisticación de las exportaciones actúa entonces como un generador de innovación, capacidades e inversión, que acaban arrastrando al conjunto de la economía hacia espacios más rentables del mercado.

Para ilustrar su tesis, los economistas del CID han colaborado con un físico, César Hidalgo, que ha elaborado para ellos el mapa del 'espacio productivo'. Este mapa muestra la distribución de los diferentes sectores productivos de acuerdo a las capacidades que requiere cada uno de ellos. De este modo es posible ubicar las empresas de un país en el mapa y determinar si las capacidades con las que cuentan les permitirían ir trasladándose hacia zonas más rentables del mapa.



Ésta es Bolivia, por ejemplo, en el año 2000 (más abajo indico dónde encontrar mapas de excelente calidad):




En su analogía, Hausmann utiliza la figura de los 'monos' para hablar de las empresas de un determinado país, y de 'árboles' para denominar a las industrias del espacio productivo. Los monos están señalados con cuadrados (más o menos grandes dependiendo de su importancia relativa en la economía nacional) y las industrias con círculos (que son más oscuros cuanto más rentables). Si miramos el mapa de arriba, los monos de Bolivia se encuentran concentrados en pocas y remotas regiones del mapa (hidrocarburos y textiles, fundamentalmente), por lo que tienen pocas posibilidades de 'saltar' a otros árboles más rentables. Esto significa que sus capacidades no son muy útiles para producir lo que producen los países más ricos.

De ser ciertas, las ideas de Hausmann y sus colegas suponen un refinamiento de la teoría clásica del comercio y de las recetas económicas que se han aplicado como una plantilla durante los últimos treinta años: en primer lugar, y a riesgo de disgustar a Adam Smith, un país no debe especializarse en lo que hace bien, sino en lo que hacen bien aquellos a los que las cosas les han ido mucho mejor. Segundo, el desarrollo de las capacidades que permitirán exportar productos más sofisticados difícilmente caerá del cielo; es imprescindible contar con una política industrial pública que sea activa e inteligente.

Y tercero: no hay recetas. Lo que es bueno para un país puede resultar letal para otro, porque sus capacidades están condicionadas por variables tecnológicas, geográficas y humanas que varían de un caso a otro. Yo encontré el caso de las industrias de textiles y las de confecciones particularmente ilustrativo. De acuerdo con este enfoque, y en contra de lo que podríamos intuir, las 'capacidades' que son necesarias para producir telas son muy diferentes de las que hacen falta para la industria de la confección (y así está señalado en el mapa), y sería un error empeñarse en que una venga necesariamente después de la otra.

Este resumen de un puñado de párrafos difícilmente hace justicia al fascinante trabajo de los economistas del CID. Si te interesa, puedes encontrar todos los materiales en su página web, además de una relación amplia de mapas por país (y año) en la página creada por César Hidalgo. Esta página también incluye una explicación pormenorizada de los mapas, que permite al lector jugar con ellos observando los detalles y analizando la evolución de cada país.

Gonzalo Fanjul, desde Boston
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martes, 18 de noviembre de 2008

Países pobres (y vulnerables)

Desde la perspectiva de los países pobres, describir la evolución de la economía durante los últimos dos años es hablar de shocks y de vulnerabilidad.

Para muchas economías de África, Asia y América Latina, la montaña rusa en la que se ha convertido la economía internacional tiene consecuencias que van mucho más allá de las estadísticas. La combinación de economías dependientes (de la ayuda, de la importación de alimentos, de la exportación de un puñado de materias primas) y ausencia de redes de seguridad (bolsas sociales, programas de desempleo, ayuda alimentaria, sostenimiento de precios) supone a menudo un shock que determina durante años la vida de una familia.

A la inestabilidad financiera y comercial se ha unido el fenómeno del calentamiento global, que ha disparado el número de inundaciones, huracanes y tifones, casi siempre en regiones en desarrollo.


La vulnerabilidad (de las familias y de los países) se ha convertido en uno de los grandes temas de debate en las políticas de desarrollo. Y, como en otros casos, las soluciones que se han puesto sobre la mesa apuntan en la dirección contraria a la que hemos ido los últimos treinta años, en donde se ha debilitado el papel del Estado como regulador y proveedor de garantías sociales.

La buena noticia es que todo apunta a un cambio de tendencia, en el que reconsideraremos algunos de los errores pasados. Si te interesa este asunto, te sugiero tres pistas interesantes:
  • El capítulo 4 de De la pobreza al poder, de nuestro colega Duncan Green, hace un repaso bien informado de los principales dilemas que plantea el riesgo y la vulnerabilidad en los países pobres. En esta página también encontrarás referencias a otros materiales interesantes.
  • Para conocer el papel del cambio climático en este debate, no dejes de consultar el Informe sobre Desarrollo Humano 2007-08, editado por el PNUD. Merece la pena leer el espléndido resumen, pero encontrarás más detalles en el capítulo 2.
  • El Center Global Development (un think-tank provocativo y recomendable) acaba de publicar un pequeño trabajo en el que analiza el papel que podrían jugar en este asunto los Bancos Multilaterales de Desarrollo, aportando las garantías que no siempre pueden pfrecer los propios Estados. Algo técnico, pero ilustrativo y realista.


Gonzalo Fanjul, desde Boston
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lunes, 17 de noviembre de 2008

Se trataba de enviar soldados a África, ¿no?

Mientras el alto el fuego en la guerra del Congo pende de un hilo y Naciones Unidas pide de forma desesperada un refuerzo de las tropas de interposición, el Gobierno de España se plantea enviar efectivos... a África occidental. Y es que estamos muy preocupados por el terrorismo, la inmigración ilegal y el tráfico de drogas, y cualquier esfuerzo es poco para combatirlos.

De los 17.000 efectivos militares de la ONU en el Congo, España aporta dos (2) observadores militares.

Sr. Presidente: ¿dónde quedó la responsabilidad de proteger a otros?

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jueves, 13 de noviembre de 2008

Washington, Congo y las lecciones aprendidas

Mientras el mundo entero está pendiente del cataclismo financiero y de la cumbre que tendrá lugar en Washington dentro de pocos días, la región africana de los Grandes Lagos se asoma al precipio de una nueva tragedia humanitaria.

El eterno conflicto del este del Congo, en el que milicias tutsis y hutus se enfrentan a costa de la población civil, amenaza con convertirse (si no lo era ya) en una guerra de proporciones internacionales. Pocos cuestionan ya la permanente injerencia de Ruanda en el Congo, en un tira y afloja que dura desde mediados de los 90. Parapetado por la imagen que ha conseguido construirse en el mundo anglosajón, Paul Kagame justifica estas injerencias en la persecución de los responsables del genocidio de 1994, muchos de los cuáles siguen en activo.


Es muy posible que así sea, pero nada justifica las atrocidades de las milicias amparadas por Kigali, y el riesgo que este conflicto comporta para la estabilidad regional. Como ha denunciado Oxfam recientemente, ambos bandos practican el pillaje, la violación y los asesinatos indiscrimados, provocando el desplazamiento masivo de una población simplemente aterrorizada.

¿Realmente la comunidad internacional es incapaz de atender dos crisis al mismo tiempo? ¿Estamos dispuestos a aceptar el financiamiento masivo de algunas de las instituciones más ricas del planeta mientras nos negamos a cumplir con nuestra responsabilidad de proteger a la población civil africana? ¿No hemos aprendido nada de la indolencia internacional que permitió el genocidio en Ruanda?

Gonzalo Fanjul, desde Boston
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La famosa crisis y su desconocido lado oscuro

Según las noticias de esta última semana, la ayuda al desarrollo se podría reducir en un 30% debido a la crisis financiera. No es una noticia nueva y las alarmas ya han saltado en todos los ámbitos, los países del sur, las ONG y las instituciones multilaterales se han hecho eco de ella y se empiezan a plantear soluciones. Sin embargo, veremos si esta onda expansiva llega a la reunión del G20. Queda la esperanzan de que la presencia de países como India, Sudáfrica o Brasil- aunque sin olvidar a Estados Unidos donde 1 de cada 8 habitantes viven en la pobreza- puedan ser la memoria viva de los dos tercios de la población mundial que viven en la pobreza.

La crisis financiera plantea tantos retos mundiales que parece difícil que ni un batallón de Obamas pudiese resolverlos. El primero es la citada reducción de la ayuda al desarrollo. ¿Cómo van a sobrevivir agencias de Naciones Unidas que dependen hasta en un 70% de estos fondos? ¿Qué implicaciones tendrá para órganos como UNICEF o el Programa Mundial de Alimentos? La situación de partida es ya precaria. Por dar algunos ejemplos, en Burundi el 46% de la población se encuentra en situación de malnutrición crónica, en Etiopía 6.4 millones están en situación de inseguridad alimentaria, en Afganistán esta cifra asciende al 35% y en Haití, tras dos huracanes, este número ha aumentado en un 20% en el último mes. ¿Qué capacidad de respuesta a la crisis van a tener estos países cuando más de un cuarto de su población no tiene ni para comer?


Otro de los grandes retos es la reformulación a la que se va a tener que someter el sistema internacional. A pesar de que es obvio que este sistema ha dejado de ser eficiente, los intereses creados están tan arraigados que el cambio no va a ser nada fácil y no va a gustar a quienes acostumbraban a estar en el poder. El mundo está cada vez más interconectado e interrelacionado, por lo que ya no es lógico que los mismos ocho sigan tomando las decisiones. Además, esta nueva organización debe poder hacer frente a los problemas globales actuales: la pobreza, el cambio climático, y la crisis de los alimentos y la energía.

A pesar de que el mundo es consciente de los peligros y las amenazas que trae consigo esta crisis, el impacto que va a tener sobre los países en desarrollo es impredecible dado que no hay precedente histórico. Lo que sí que parece claro es que esta crisis va a ser el punto de inflexión para muchas personas (quienes caigan bajo el umbral de la pobreza) y para muchos países (quienes retrocedan en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio).

No va haber ámbito económico, político o social que no se vaya a ver afectado por esta nueva situación. Los derechos humanos no van a ser menos y el riesgo de que incremente el número de violaciones es mayor. Los derechos económicos y sociales (como la vivienda, la educación o la sanidad) van a sufrir tal presión que será difícil que muchos países puedan satisfacerlos. Las tensiones sociales derivadas de esta situación pueden aumentar ante la amenaza de que se restrinjan las libertades civiles. Al tiempo que las economías caen y los países tienen que apretarse el cinturón, los desplazados y los refugiados, siendo sectores especialmente vulnerables, pueden sufrir una mayor desprotección. Aquellos países denominados “estados frágiles” se pueden ver aún más debilitados por esta crisis provocando con ello la vuelta a la inestabilidad y a la violencia.

En su próxima reunión, el G20 debe evitar la miopía política y las estrategias unilaterales. En un momento de crisis global, las soluciones deben ser globales y no se puede permitir que se reduzcan al ámbito financiero. No olvidemos que esto no es sólo una cuestión de dinero. Estamos en un momento histórico que puede marcar el punto de inflexión para los que viven en la pobreza, los que sufren un conflicto, los que han tenido que huir de su país o los que no pueden disfrutar de sus derechos que son realmente la mayoría de la población mundial.

Paula San Pedro
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miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿Hay alguna oportunidad en la crisis?

Me pregunto cuántas sorpresas políticas nos va a deparar la crisis económica. Para muchos, éste es el momento de dar marcha atrás, apretarse el cinturón y olvidar cualquiera aventura social que sugiera un incremento del gasto.

Pero podría ser también que algunos países decidan hacer de la necesidad, virtud. ¿Podemos encontrar mejores argumentos para el cambio que el agujero en el que este sistema nos ha colocado? ¿Podemos aprovechar la convulsión económica para provocar la convulsión política que evite males mayores en el futuro?


Tres propuestas: uno, flexibilizar las fronteras para que los emigrantes puedan retornar a sus países en espera de tiempos mejores. Dos, culminar la batería de reformas sociales (como la Ley de Dependencia en España o el seguro de salud en EEUU) que reducirían la vulnerabilidad de los más débiles frente a los ciclos económicos. Y tres, completar la Ronda del Desarrollo de Doha, evitando las mismas tentaciones proteccionistas que magnificaron la crisis del 29.

Gonzalo Fanjul, desde Boston

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martes, 11 de noviembre de 2008

Recordando a Galbraith

Si hay alguien al que la victoria de Obama hubiese hecho más féliz que a ningun otro, ése es John K. Galbraith. El viejo economista canadiense acompañó durante sus más de cien años la evolución del Partido Demócrata estadounidense, siempre en el margen izquierdo: comenzó su carrera colaborando con el New Deal de Roosevelt; amigo y consejero de Kennedy, fue su embajador en la India durante varios años; como tantos otros, apoyó las reformas económicas de Johnson, pero se acabó enfrentando a él por la guerra de Vietnam; colaboró en la nominación de McGovern y con su demoledora crítica del Reaganomics apoyó decididamente la elección de Bill Clinton.

Durante todo este tiempo, Galbraith se fue imponiendo como uno de los referentes económicos del país. Profesor en Harvard, y uno de los ensayistas más brillantes de su época, escribió más de treinta libros en defensa de una economía justa y humana. Algunos, como El crack del 29 o Breve historia de la euforia financiera son reeditados de forma periódica para recordarnos que "en este momento los mercados se dotan de mucha más liquidez financiera que inteligencia para gestionarla". Otros, como The Affluent Society o The Good Society, abordaron el reto de transformar nuestras sociedades y acabar con la desigualdad y la pobreza.

Puedes encontrar una descripción completa de su vida y su obra en la excelente biografía que escribió Richard Parker, profesor de la John F. Kennedy School of Government. En la web de este libro encontrarás también numerosos archivos sonoros y visuales de Galbraith.

Lo curioso de este asunto -me recordaba hace unos días mi profesor de historia, Alexander Keyssar- es que Galbraith no sería considerado hoy un verdadero economista. En la era de las regresiones y los modelos econométricos, el análisis económico de Galbraith, accesible, didáctico y político, es considerado un ejercicio superficial.

Personalmente, prefiero pensar en la economía como una herramienta al servicio del debate y el interés público, y no como una simplificación númerica y parcial de la realidad. Dicho de otro modo, me quedo con el hombre que, describiendo la crisis del 29, dijo: "Es aquí donde reside el problema del capitalismo (...): qué hace que quienes saben que las cosas están yendo mal proclamen sin embargo que todo va muy bien". ¿Te suena?

Gonzalo Fanjul, desde Boston
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lunes, 10 de noviembre de 2008

Franklin Delano Obama

Éste es el sugerente título con el que Paul Krugman analiza en el New York Times de hoy las expectativas a las que debe hacer frente el nuevo Presidente Obama: "De repente, todo lo antiguo se convierte de nuevo en New Deal. Reagan fuera; F.D.R. [F. D. Roosevelt] dentro."

El New Deal de Roosevelt, como la Gran Sociedad de Johnson treinta años después, redefinieron el modo de entender las políticas públicas y el papel del Estado en el bienestar común. Roosevelt se enfrentó a un país deprimido con el primer gran experimento keynesiano del siglo XX. Las refomas del New Deal dieron lugar a leyes e instituciones regulatorias que transformaron el Estado: infraestructuras públicas (incluyendo un ambicioso programa de vivienda social), protección de los pequeños agricultores o garantías para el pequeño inversor y propietario. Muchas de sus reformas fueron declaradas inconstitucionales en un primer momento, pero los cambios en el Tribunal Supremo permitieron sacarlas adelante poco tiempo después.

Lyndon B. Johnson pronunció en 1964 su celebre discurso sobre la Gran Sociedad: una sociedad que no es capaz de ocuparse de los más débiles no merece ser llamada por ese nombre. Johnson -al que la Historia desgraciadamente recordará por comenzar la guerra de Vietnam- continúo el trabajo que Roosevelt había empezado y Kennedy había soñado. Bajo su presidencia, por ejemplo, se pusieron en marcha los dos programas federales de salud que hoy siguen vigentes (Medicare y Medicaid). También se aprobó la Economic Opportunity Act, que mejoró la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación.

Obama no se enfrenta a retos menores. Más de un millón de estadounidenses han perdido ya su vivienda como consecuencia de la crisis hipotecaria; 46 millones carecen de un seguro de salud que les garantice asistencia más allá de la unidad de emergencias; doce millones de inmigrantes irregulares recuerdan el fracaso de las políticas de inmigración de los últimos veinte años. La lista es tan extensa como abrumadora.

Con la excepción de la guerra de Irak y el nuevo Protocolo de Kyoto, las prioridades de la nueva Administración serán casi completamente internas. Tengamos paciencia. Si Obama es realmente un nuevo Roosevelt estamos ante la oportunidad de cambiar el modelo de desarrollo que se ha impuesto a los países pobres durante más de tres décadas.

Gonzalo Fanjul, desde Boston
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sábado, 8 de noviembre de 2008

España en la cumbre de Washington

España ha peleado como pocas veces por hacerse con un sitio en la cumbre financiera de Estados Unidos, que tendrá lugar a finales de este mes. Bienvenidos sean los esfuerzos por figurar a la altura de nuestra cuenta corriente.

El problema es que ahora el Gobierno se va a ver obligado a decir algo, y hasta este momento no ha dado muchas pistas. Otros países, como el Reino Unido o Francia, acudirán a Washington con una propuesta para reformar el sistema financiero internacional y las instituciones que lo regulan. Gordon Brown ya ha dejado claro que no espera menos que una refundación del sistema Bretton Woods.

¿Qué tiene que decir España?

Gonzalo Fanjul, desde Boston. Leer más...

domingo, 2 de noviembre de 2008

Un nuevo actor entre nosotros

Esta noche mientras regresaba a casa en autobús por la Avenida de la Albufera, vía principal del barrio madrileño de Vallecas, he visto el cartel amarillo de un nuevo comercio. Se trata de la segunda “Oficina de Representación” que el Banco Pichincha ecuatoriano abre en España. La otra se encuentra en el también popular barrio madrileño de Carabanchel. Le seguirán otras en Murcia, Barcelona...

Si alguna conclusión he podido sacar en claro de los momentos de crisis que estamos viviendo es que poco de lo que antes parecía estable, perpetuo o inamovible, realmente lo es. No será gran cosa, pero al menos espero que me sirva para estar más “ojo avizor” de ahora en adelante.

Recuerdo que fue hace no más de 3 años cuando resultó innovadora y llamativa la apertura de sucursales orientadas a los inmigrantes por parte de bancos españoles tradicionales. Inconscientemente pensé que con eso se agotaba el tipo de respuesta comercial del sector bancario al fenómeno de la inmigración.

A estas alturas yo ya pensaba que la capacidad de sorpresa del fenómeno globalizador había entrado, al menos en el corto plazo, en su fase de “rendimientos decrecientes” y que no se divisaba en el horizonte ninguna novedad a destacar. Por eso el cartel amarillo del nuevo establecimiento me ha sorprendido. Y gratamente, debo de admitir. El Sur en el Norte...

El hecho de que en el escenario español de las finanzas en general y del manejo del dinero de los inmigrantes en particular aparezca este “nuevo actor” – el “nuevo banco” tiene más de un siglo de historia en Ecuador- me parece, de primeras, una buena noticia. ¿Un indicio, quizá, de creciente autonomía del Sur? Es posible que al conocer más de cerca las vicisitudes de sus compatriotas migrantes se “solidaricen empresarialmente” con su causa. Ojalá. Es posible también que por el efecto mágico de la competencia, el resto de bancos tradicionales se vean en la necesidad de asimilar ese trato en lo relativo al envío de remesas, al traslado de hipotecas, a la concesión de créditos… Ojalá también.

Puede que últimamente se baile menos chotis en La Latina y que “los camareros en Madrid ya no sean como los de antes”, pero yo me he alegrado mucho de ver el nuevo cartel amarillo en la Avenida de la Albufera.

Javi Pérez
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