La pobreza y la desigualdad son problemas complejos, pero no inevitables. Una sociedad bien informada puede provocar la transformación económica y política que pondrá fin a la pobreza. Este blog, elaborado por el área de investigaciones de Intermón Oxfam, quiere contribuir a ese debate: proponer reflexiones e ideas sobre la globalización y el desarrollo, y escuchar lo que otros tienen que decir.

jueves, 13 de noviembre de 2008

La famosa crisis y su desconocido lado oscuro

Según las noticias de esta última semana, la ayuda al desarrollo se podría reducir en un 30% debido a la crisis financiera. No es una noticia nueva y las alarmas ya han saltado en todos los ámbitos, los países del sur, las ONG y las instituciones multilaterales se han hecho eco de ella y se empiezan a plantear soluciones. Sin embargo, veremos si esta onda expansiva llega a la reunión del G20. Queda la esperanzan de que la presencia de países como India, Sudáfrica o Brasil- aunque sin olvidar a Estados Unidos donde 1 de cada 8 habitantes viven en la pobreza- puedan ser la memoria viva de los dos tercios de la población mundial que viven en la pobreza.

La crisis financiera plantea tantos retos mundiales que parece difícil que ni un batallón de Obamas pudiese resolverlos. El primero es la citada reducción de la ayuda al desarrollo. ¿Cómo van a sobrevivir agencias de Naciones Unidas que dependen hasta en un 70% de estos fondos? ¿Qué implicaciones tendrá para órganos como UNICEF o el Programa Mundial de Alimentos? La situación de partida es ya precaria. Por dar algunos ejemplos, en Burundi el 46% de la población se encuentra en situación de malnutrición crónica, en Etiopía 6.4 millones están en situación de inseguridad alimentaria, en Afganistán esta cifra asciende al 35% y en Haití, tras dos huracanes, este número ha aumentado en un 20% en el último mes. ¿Qué capacidad de respuesta a la crisis van a tener estos países cuando más de un cuarto de su población no tiene ni para comer?


Otro de los grandes retos es la reformulación a la que se va a tener que someter el sistema internacional. A pesar de que es obvio que este sistema ha dejado de ser eficiente, los intereses creados están tan arraigados que el cambio no va a ser nada fácil y no va a gustar a quienes acostumbraban a estar en el poder. El mundo está cada vez más interconectado e interrelacionado, por lo que ya no es lógico que los mismos ocho sigan tomando las decisiones. Además, esta nueva organización debe poder hacer frente a los problemas globales actuales: la pobreza, el cambio climático, y la crisis de los alimentos y la energía.

A pesar de que el mundo es consciente de los peligros y las amenazas que trae consigo esta crisis, el impacto que va a tener sobre los países en desarrollo es impredecible dado que no hay precedente histórico. Lo que sí que parece claro es que esta crisis va a ser el punto de inflexión para muchas personas (quienes caigan bajo el umbral de la pobreza) y para muchos países (quienes retrocedan en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio).

No va haber ámbito económico, político o social que no se vaya a ver afectado por esta nueva situación. Los derechos humanos no van a ser menos y el riesgo de que incremente el número de violaciones es mayor. Los derechos económicos y sociales (como la vivienda, la educación o la sanidad) van a sufrir tal presión que será difícil que muchos países puedan satisfacerlos. Las tensiones sociales derivadas de esta situación pueden aumentar ante la amenaza de que se restrinjan las libertades civiles. Al tiempo que las economías caen y los países tienen que apretarse el cinturón, los desplazados y los refugiados, siendo sectores especialmente vulnerables, pueden sufrir una mayor desprotección. Aquellos países denominados “estados frágiles” se pueden ver aún más debilitados por esta crisis provocando con ello la vuelta a la inestabilidad y a la violencia.

En su próxima reunión, el G20 debe evitar la miopía política y las estrategias unilaterales. En un momento de crisis global, las soluciones deben ser globales y no se puede permitir que se reduzcan al ámbito financiero. No olvidemos que esto no es sólo una cuestión de dinero. Estamos en un momento histórico que puede marcar el punto de inflexión para los que viven en la pobreza, los que sufren un conflicto, los que han tenido que huir de su país o los que no pueden disfrutar de sus derechos que son realmente la mayoría de la población mundial.

Paula San Pedro

1 comentario:

Anónimo dijo...

No estoy seguro que sea un lado oscuro. Yo ya he sido convocado al menos a dos manifestaciones en la Puerta del Sol para expresar la indignación pública.

De lo que estoy seguro es que éste es el lado que menos va a brillar a la hora de repartir los fondos.

Los contenidos de este blog son reflexiones personales de los autores, y no necesariamente representan las posiciones de Oxfam. Para conocer nuestras publicaciones y los temas que investigamos, consulta las páginas de Oxfam o de Intermón Oxfam.