La pobreza y la desigualdad son problemas complejos, pero no inevitables. Una sociedad bien informada puede provocar la transformación económica y política que pondrá fin a la pobreza. Este blog, elaborado por el área de investigaciones de Intermón Oxfam, quiere contribuir a ese debate: proponer reflexiones e ideas sobre la globalización y el desarrollo, y escuchar lo que otros tienen que decir.

lunes, 7 de julio de 2008

Lampedusa en el G8

'Viñeta en The Economist' El primer mensaje de la editorial del Economist de esta semana no puede ser más cierto: “las instituciones globales son un desorden anticuado” (traducción propia), necesitan reformarse, están empantanadas y se están mostrando ineficaces ante los problemas globales: el hambre, los desastres humanitarios, el cambio climático. Su segundo mensaje no puede ser más errático: la reforma pasa por incluir en los Clubes de los viejos ricos (el G8, en Banco Mundial, el Consejo de Seguridad) a los nuevos ricos (China, India, Brasil, España). "Eso significaría reconocer cuánto ha modificado la economía el orden mundial. Las economías emergentes aportan hoy más de la mitad del crecimiento global. A las más poderosas de entre ellas se les debe dar más voz en las instituciones internacionales” (traducción propia). Así que, de cara al futuro, ¿el criterio seguiría siendo que decidan los más ricos?, ¿“Todo debe cambiar para que todo siga igual”, que diría el Gattopardo? Bonita manera de perpetuar un sistema de gobierno global donde mandan más los que más tienen.

¿Por qué la máxima democrática de una persona/un voto, válida a niveles nacional y subnacional, se convierte sin más en un dólar/un voto al saltar al nivel global? Poco o nada van a cambiar así las instituciones internacionales en los próximos años. Es de esperar que el Secretario General de Naciones Unidas, el surcoreano Ban Ki-moon, no comparta este punto de mira y que la razón de su desaparición en combate en los últimos y agitados meses sea la elaboración de una propuesta de reforma de las instituciones globales donde primen los criterios democráticos y no los monetarios.

'Cabezones' de Oxfam Internacional en Toyako, Japón, durante la Cumbre del G8 estos díasUn sistema de gobierno donde, ante los problemas globales, la voz de Togo (para cuya economía la crisis alimentaria y el precio del crudo han supuesto una pérdida del 15% del PIB en menos de un año,
según el FMI) sea tan decisoria como la del Reino Unido, o la de China.

"Cabezones" de Oxfam Internacional en Toyako, Japón, durante la Cumbre del G8 estos días.

Isabel Kreisler

1 comentario:

Belén de la Banda dijo...

Sin duda, los líderes mundiales seguirán defraudando las expectativas de solucionar los grandes problemas: no es a ellos a quienes les afectan. Son capaces de seguir así hasta que no tenga remedio...

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